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Sylvia Plath: la genialidad prohibida
Sylvia Plath (1932), poeta estadounidense que se casó con el poeta inglés Ted Hughes, en 1956, con quien procreó dos bebés y a quién sufrió por su infidelidad y maltrato.
Sylvia se suicidó ante el abandono de su esposo, quien se unió con otra mujer, quien también terminó asesinando a la hija que tuvo del poeta y se suicidó.
Sylvia era suicida potencial, lo había intentado antes varias veces y había sido ingresada en un hospital psiquiátrico donde recibió terapia de electroschock, en ese entonces se creía que eso reducía la violencia que la gente suicida ejerce en contra de sí misma. Algunas de las biografías de la poeta argumentan que la relación de Sylvia con sus padre y el fallecimiento de su progenitor, desataron sus crisis suicidas desde temprana edad. Tal vez el poema que mejor nos revele la relación de Plath con su padre sea Daddy:
Papi
SYLVIA PLATH
Ya no, ya no…
Ya no me sirves, zapato negro
en el cual he vivido como un pie,
durante treinta años, pobre y blanca,
Sin atreverme apenas a respirar o hacer achís.
Papi: he tenido que matarte.
Te moriste antes de que me diera tiempo
Pesado como el mármol, bolsa llena de Dios,
lívida estatua con un dedo del pie gris,
del tamaño de una foca de San Francisco.
Y la cabeza en el Atlántico extravagante
en que se vierte el verde legumbre sobre el azul,
en aguas del hermoso Nauset,
solía rezar para recuperarte.
Ach, du.
En la lengua alemana, en la localidad polaca
Apisonada por el rodillo
de guerras y más guerras.
Pero el nombre del pueblo es corriente.
Mi amigo polaco, dice que hay una o dos docenas.
De modo que nunca supe distinguir dónde
pusiste tu pie, tus raíces:
Nunca me pude dirigir a ti.
La lengua se me pegaba a la mandíbula.
Se me pegaba a un cepo de alambre de púas.
Ich, ich, ich, ich
Apenas lograba hablar:
Creía verte en todos los alemanes
y el lenguaje obsceno
Una locomotora, una locomotora
que me apartaba con desdén, como a un judío.
Un judío que va hacia Dachau, Auschwitz, Belsen.
Empecé a hablar como los judíos.
Incluso creo que podría ser judía.
Las nieves del Tirol, la clara cerveza de Viena,
no son ni muy puras ni muy auténticas.
Con mi abuela gitana y mi suerte rara
y mis naipes de Tarot, y mis naipes de Tarot,
podría ser algo judía.
Siempre te tuve miedo.
Con tu Luftwaffe, tu jerga pomposa
y tu recortado bigote
y tus ojos arios, azul brillante.
Hombre-panzer, hombre-panzer:
Oh Tú——
No Dios, sino un esvástica
tan negra, que por ella no hay cielo que se abra paso.
Cada mujer adora a un fascista,
Con la bota en la cara; el bruto,
el bruto corazón de un bruto como tú.
Estás de pie junto a la pizarra, papi.
En el retrato tuyo que tengo,
un hoyo en la barbilla en lugar de en el pie,
pero no por ello menos diablo, no menos
el hombre negro que me partió de un mordisco el bonito corazón en dos.
Tenía yo diez años cuando te enterraron.
A los veinte traté de morir
para volver, volver, volver a ti.
Supuse que con los huesos bastaría.
Pero me sacaron de la tumba,
y me recompusieron con pegamento.
y entonces supe lo que había que hacer.
Saqué de ti un modelo,
Un hombre de negro con aire de Meinkampf,
Y un amor por el potro y al garrote.
Y dije sí quiero, sí quiero.
De modo, papi, que por fin he terminado.
El teléfono negro está desconectado de raíz,
las voces no logran que críe lombrices.
Si ya he matado a un hombre, que sean dos——
El vampiro que dijo ser tú
y me estuvo bebiendo la sangre durante un año,
Siete años, si quieres saberlo.
ya puedes descansar, papi.
Hay una estaca en tu negro y grasiento corazón,
Y a la gente del pueblo nunca le gustaste.
Bailan y patalean encima de ti.
Siempre supieron que eras tú.
Papi, papi, hijo de puta, estoy acabada.
Becada para estudiar en la Universidad de Cambridge, donde conoció a Ted Hughes. Interesada en destacar como escritora, a partir de su ingreso a Cambridge, comienza su trayectoria de altibajos en la poesía y en su vida privada, que determinaron su decisión para suicidarse.
El poeta Hugues se quedó con los diarios de Sylvia después de su suicidio; recopiló la obra de Sylvia y luego, publicó un libro póstumo con la poesía de la que fuera la madre de sus hijos, libro que tituló Ariel.
Nota adicional: la amante de Ted, con quién tuvo una hija, mató a su hija y luego se suicidó. ¿Coincidencia? Lo dudo.
Tócala: no se encogerá como pupila
esta rareza oviforme, clara como una lágrima.
He aquí ayer, el año pasado: palmiforme lanza,
azucena, como flora distinta
de un tapiz en la quieta urdimbre vasta.
Toca este vaso con los dedos: sonará
como campana china al mínimo temblor del aire
aunque nadie lo note o se anime a contestar.
Los indígenas, como el corcho graves,
todos ocupadísimos para siempre jamás.
A sus pies las olas, en fila india,
no reventando nunca de irritación, se inclinan:
en el aire se atascan,
frenan, caracolean como caballos en plaza de armas.
Las nubes enarboladas y orondas, encima.
Como almohadones victorianos. Esta familia
de rostros habituales, a un coleccionista,
por auténtica, como porcelana buena, gustaría.
En otros lugares el paisaje es más franco.
Las luces mueren súbitas, cegadoramente.
Una mujer arrastra, circular, su sombra, de un calvo
platillo de hospital en torno, parece
la luna o una cuartilla de papel intacto.
Se diría que ha sufrido una particular guerra relámpago.
Vive silente.
Y sin vínculos, cual feto en frasco, la casa
anticuada, el mar, plano como una postal,
que una dimensión de más le impide penetrar.
Dolor y cólera neutralizadas,
ahora dejad la en paz.
El porvenir es una gaviota gris, charla
con voz felina de adioses, partida.
Edad y miedo, como enfermeras, la cuidan,
y un ahogado, quejándose del frío, se agazapa
saliendo a la orilla.
Traducción de Jesús Pardo
Lo logré otra vez, Me las arreglo — Una vez cada diez años.Especie de fantasmal milagro, mi piel Brillante como una pantalla nazi, Mi diestro pieEs un pisapapel, Mi rostro un fino lienzo Judío y sin rasgos.Descascara la envoltura Oh, mi enemigo, ¿Aterro acaso? —¿La nariz, las cuencas vacías, los dientes? El apestoso aliento Se desvanecerá en un día.Pronto, muy pronto, la carne Que la tumba devoró Se sentirá bien en míY yo una mujer que sonríe. Tengo sólo treinta años. Y como gato he de morir nueve veces.Esta es la Número Tres. Qué desperdicio Eso de aniquilarse cada década.Qué millón de filamentos. La multitud mascando maní se agolpa Para verlos.Cómo me desenvuelven la mano, el pie — El gran desnudamiento. Damas y caballeros.Estas son mis manos Mis rodillas. Soy tal vez huesos y pellejo.Sin embargo, soy la misma, idéntica mujer. La primera vez que sucedió tenía diez. Fue un accidente.La segunda vez pretendí Superarme y no regresar jamás. Oscilé callada.Como una concha marina. Tenían que llamar y llamar Recoger mis gusanos como perlas pegajosas/Morir Es un arte, como cualquier otra cosa. Yo lo hago excepcionalmente bien.Lo hago para sentirme hasta las heces. Lo ejecuto para sentirlo real. Podemos decir que poseo el don.Es bastante fácil hacerlo en una celda. Muy fácil hacerlo y no perder las formas. Es el mismoRetorno teatral a pleno día Al mismo lugar, mismo rostro, grito brutal Y divertido:“Milagro!” Que me liquida. Luego una carga a fondoPara ojear mis cicatrices, y otra Para escucharme el corazón – De verdad sigue latiendo.Y hay otra y otra arremetida grande Por una palabra, por tocar O por un poquito de sangreO por unos cabellos o por mi ropa. Bien, bien, está bien Herr Doktor. Bien. Herr Enemigo.Yo soy vuestra obra maestra, Su pieza de valor, La bebé de oro puroQue se disuelve con un chillido. Me doy vuelta y ardo. No creas que no valoro tu gran cuidado.Ceniza, ceniza — Ustedes atizan, remueven. Carne, hueso, nada queda 00Una barra de jabón, Una alianza de bodas. Un empaste de oro.Herr Dios, Herr Lucifer Cuidado. Cuidado.Desde las cenizas me levanto Con mi cabello rojo Y devoro hombres como el aire. |
SYLVIA PLATH
You do not do, you do not do
Any more, black shoe
In which I have lived like a foot
For thirty years, poor and white,
Barely daring to breathe or Achoo.
Daddy, I have had to kill you.
You died before I had time——
Marble-heavy, a bag full of God,
Ghastly statue with one gray toe
Big as a Frisco seal
And a head in the freakish Atlantic
Where it pours bean green over blue
In the waters off beautiful Nauset.
I used to pray to recover you.
Ach, du.
In the German tongue, in the Polish town
Scraped flat by the roller
Of wars, wars, wars.
But the name of the town is common.
My Polack friend
Says there are a dozen or two.
So I never could tell where you
Put your foot, your root.
I never could talk to you.
The tongue stuck in my jaw.
It stuck in a barb wire snare.
Ich, ich, ich, ich.
I could hardly speak.
I thought every German was you.
And the language obscene,
An engine, an engine
Chuffing me off like a Jew,
A Jew to Dachau, Auschwitz, Belsen.
I began to talk like a Jew.
I think I may well be a Jew.
The snows of the Tyrol, the clear beer of Vienna,
Are not very pure or true.
With my gipsy ancestress and my weird luck
And my Taroc pack and my Taroc pack
I may be a bit of a Jew.
I have always been scared of you.
With your Luftwaffe, your gobbledygoo.
And your neat mustache
And your Aryan eye, bright blue.
Panzer-man, panzer-man, O You–
Not God but a swastika
So black no sky could squeak through.
Every woman adores a Fascist,
The boot in the face, the brute
Brute heart of a brute like you.
You stand at the blackboard, daddy,
In the picture I have of you,
A cleft in your chin instead of your foot,
But no less a devil for that, no not
Any less the black man who
Bit my pretty red heart in two.
I was ten when they buried you.
At twenty I tried to die
And get back, back, back to you.
I thought even the bones would do.
But they pulled me out of the sack,
And they stuck me together with glue.
And then I knew what to do.
I made a model of you,
A man in black with a Meinkampf look
And a love of the rack and the screw.
And I said I do, I do.
So daddy, I’m finally through.
The black telephone’s off at the root,
The voices just can’t worm through.
If I’ve killed one man, I’ve killed two——
The vampire who said he was you
And drank my blood for a year,
Seven years, if you want to know.
Daddy, you can lie back now.
There’s a stake in your fat black heart
And the villagers never liked you.
They are dancing and stamping on you.
They always knew it was you.
Daddy, daddy, you bastard, I’m through.
12 October 1962
LIBROS PUBLICADOS
1960 El Coloso y otros poemas
1963 La campana de cristal, novela publicada en 1963.
LIBRO PÓSTUMO: Ariel, poemario editado por Ted Hugdehs.
REVISTA Cascada de PalabrasCascada de palabras revista literaria, Monica Gameros, poemas de mujeres, poesía femenina, poetas suicidas, Sylvia Plath
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